Cuando se usa en dosis bajas pero efectivas, el Botox no daña la cara. Es una neurotoxina que bloquea la comunicación entre los nervios y los músculos, haciendo que se relajen. Esto reduce la aparición de líneas finas y arrugas al evitar que el músculo se contraiga, lo que suaviza la piel.

El tratamiento excesivo es el principal culpable de una cara arruinada, dice el Dr. Jerome Potozkin, un dermatólogo certificado por la junta en la ciudad de Nueva York. El tratamiento excesivo puede hacer que su rostro se vea "congelado" y poco natural, y que no tenga expresión cuando sonríe o frunce el ceño.

Es importante recibir inyecciones de un inyector experto. Recibir una inyección de un estilista de salón, por ejemplo, no es seguro y podría provocar complicaciones graves.

La toxina botulínica en Botox se diluye con solución salina y se inyecta en los músculos. De esta manera, la toxina se dirige a células específicas que causan las arrugas faciales.

El Botox también se usa para tratar una condición llamada distonía cervical en adultos mayores de 16 años, así como la rigidez muscular en adultos y niños que tienen al menos 2 años de edad. Esta rigidez muscular es causada por aumentos anormales en el tono de los músculos, lo que puede resultar en torsión del cuello, tensión en la cabeza y problemas con el movimiento o el habla.

Los efectos secundarios del Botox no son comunes, pero algunas personas pueden experimentar dolores de cabeza, hematomas y otros pequeños efectos secundarios después de un tratamiento con Botox. Si experimenta algún efecto secundario, deje de tomar el medicamento y consulte a su médico de inmediato.

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